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Voy o no voy, voy o no voy, no voy no voy no voy... caminas, caminas, caminas... te escondes. Todo el mundo te ve, "hablando del amor mientras camino..." nah... hablando con el viento, pidiendo una señal, pequeña señal, gran señal para esta desconectada, y las hojas se burlan y las sigues. Y caminas y caminas y caminas, y no voy no voy no voy... mientras te escondes rápidamente dentro de ti, caminando en círculos, persiguiendo hojas secas, casi secas, húmedas, hojas que se están secando como las vidas que van susurrando, al chocar contra el piso, que se acaban, son vidas secas, eternizadas en una tibia y crocante versión de mariposa con color a atardecer. Pero te llevan a otro lugar, y te sientas, y no te sientes... esperas lo que no ha de llegar, absurdamente, y en un instante lo sientes tan real que el absoluto te invade y rebosa en un ciclo infinito de un infinito instante, que se repite eternamente en algún lugar de esa mancha en el cosmos, de cuyo nombre nadie quiere acordarme... entonces es necesario respirar y volver, pero ya eres diferente, una vez más, sabes que no se ha ido, que no es hoja seca y cada vez está más cerca.